Recuerdo la última vez que le vi...
Decir adiós siempre fue la palabra más difícil para mí, nunca entendí su significado y cada vez que intentaba pronunciarla sentía un dolor en mi pecho, por eso siempre preferí decir hasta luego, aunque ese luego nunca llegara.
Nuestro adiós o mejor, nuestro hasta luego, fue diferente, en especial porque esperaba con impresionante fervor que ese luego no tardara.
Perdí la cuenta de cuantos besos y abrazos le pedí con el único propósito de guardar en lo más profundo y valioso de mi mente su aroma, su cariño, su presencia...
Los minutos seguían corriendo lento, y yo deseaba que duraran una eternidad.
El viento me susurraba que no lo dejara marcharse y mi corazón latía con una fuerza cada vez mayor, como si quisiera hablar por mi, como si quisiera decir todo eso que no me atrevía...
Pero al final, de alguna parte de mí, que aún desconozco, tomé el valor suficiente, el valor que me hizo falta en tantos momentos de mi vida y le dije adiós...
Lo vi caminar sin mi a su lado, y entendí que yo debía seguir también mi camino, intenté no voltear a ver, por ese miedo a arrepentirme y caminé, largo rato con lagrimas en las mejillas.
'Voy a extrañarte repetía' y el viento me susurró 'Yo también'.
Pero al final, de alguna parte de mí, que aún desconozco, tomé el valor suficiente, el valor que me hizo falta en tantos momentos de mi vida y le dije adiós...
Lo vi caminar sin mi a su lado, y entendí que yo debía seguir también mi camino, intenté no voltear a ver, por ese miedo a arrepentirme y caminé, largo rato con lagrimas en las mejillas.
'Voy a extrañarte repetía' y el viento me susurró 'Yo también'.
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